martes, 1 de diciembre de 2015

Charlie y las oportunidades perdidas – A propósito del Día Mundial de Lucha contra el SIDA

“It’s a hard three letter to absorb” Charlie Sheen

¿Cuántas veces una celebridad o personaje público se ha visto presionado para develar al mundo que sufre de hipertensión o es diabético?

 El anuncio de Charlie Sheen acerca de su diagnóstico de VIH, ha sido una nueva oportunidad desaprovechada por los medios de comunicación para trascender; en la mayoría de los artículos que circulan en internet recuerdan con énfasis los excesos de Charlie, las orgías, las prostitutas, las actrices porno, los líos familiares, pero aparentemente a nadie le pareció inaceptable, nadie se indignó, porque el actor pagara durante años cifras exorbitantes por chantajes para que no se conociera su diagnóstico, de hecho, ahora han surgido voces que reclaman que debió hacer pública está información antes. Llevo varios días preguntándome ¿Por qué?

En mi cotidianidad semanal atiendo alrededor de 30 personas que viven con VIH, personas comunes y corrientes, de profesiones diversas y edades variadas; algunos están enfermos, otros – la mayoría – se encuentran perfectamente, con una vida en completa normalidad, pero el estigma continúa. Todavía hay encuestas que mencionan al 30% de los encuestados expresando que no les gustaría tener como vecino a una persona con VIH; por mí, que todos mi vecinos fueran positivos con tal de que me quitaran al bulloso que pone mala música en las madrugadas. Hemos perdido todos con el anuncio de Charlie, una nueva oportunidad para enfrentar el mito y aligerar la carga de los millones de personas a nivel mundial que conviven con el VIH, y mientras no nos decidamos a enfrentar al virus sin tapujos, con información veraz y entendamos que tener VIH puedo ser mucho más fácil de manejar que infinidad de enfermedades más frecuentes, el mal de la ignorancia seguirá siendo más dañino que el virus mismo.

Hemos perpetuado el estereotipo de que esta es una enfermedad de adictos, de homosexuales o de mujeriegos y gracias a esto, incluso en los países más desarrollados, donde se ha optado por ofrecerle una prueba para VIH a todo el mundo, la mitad de los diagnósticos se realizan en la fase más avanzada de la enfermedad y 1 de cada 8 personas con VIH desconocen su estatus. Hemos eliminado la percepción de riesgo, entre todos nos hemos encargado de difundir que para tener VIH hay que tener orgias a lo Charlie. La realidad es, muy diferente, si bien hay algunos factores de riesgo ampliamente reconocidos, si usted alguna vez en su vida ha sostenido aunque sea una relación sexual sin preservativo, está a riesgo y es mejor que se realice una prueba y se decida a usar siempre condón de aquí en más.

En estos tiempos, la batalla científica está casi ganada, las pruebas diagnósticas de primera línea tienen un periodo de ventana de 20 días, la supervivencia se acerca cada vez más a la de la población general, los tratamiento de regímenes de una sola tableta al día se i
mpondrán en unos años, las toxicidades son mínimas y las posibilidades de que una persona bien controlada y en tratamiento continuo y efectivo propague la enfermedad se acercan cada vez más a cero. En los años por venir la batalla tendrá que ser social, para que los gobiernos destinen los recursos necesarios para poner a todos en tratamiento, para evitar las barreras de acceso al diagnóstico y a los medicamentos, para que las universidades decidan incluir en sus pensum una catedra de la enfermedad, pero ante todo para eliminar el estigma y la discriminación, sólo así, entendiendo y difundiendo que tener VIH no debe tener implicaciones morales ni señalamientos por parte de la sociedad, lograremos controlar finalmente la epidemia y quizá un día reducir a cero la transmisión. Como médicos tenemos el deber de ser los primeros en eliminar la discriminación, en informarnos, en dar la mano y en no achacarle la culpa de todo al VIH o a su tratamiento, que a veces pareciera que un adulto de 50 años no pudiera sufrir de un dolor lumbar sin que a alguien se le ocurra echarle la culpa un virus que lleva años perfectamente controlado, como ciudadanos tenemos la obligación de ser cada vez más incluyentes y darle la espalda a los prejuicios para tenderle la mano a quien tenemos al lado.

90% de las personas que viven con VIH diagnosticadas, 90% de los diagnosticados en tratamiento, 90% de los que están en tratamiento indetectables. Son las metas de la Organización Mundial de la Salud, yo agregaría 100% de las personas que viven con VIH sintiéndose incluidas y 0% de historias de discriminación en mi consultorio.



jueves, 8 de octubre de 2015

Poniéndole nombre y cara a la crisis: Los riñones de mi paciente.

R.V. tiene 59 años, ha llevado una vida tranquila, parrandera en sus años mozos, ahora un poco más calmada, lleva varios años sin trabajo pero su hermana me demuestra cada vez que los veo el significado de amor de familia: se ha encargado de él como si fuera un hijo.

R.V. va a controles médicos conmigo por una enfermedad que lo aqueja hace un lustro, se ha mantenido en pie tomando sus tabletas a diario y su achaque está completamente controlado; hace 7 meses sus riñones empezaron a fallar de forma inesperada, ese filtro que suelen ser este par de órganos empezó, sin causa aparente, a botar proteínas en cantidades alarmantes, en un principio tuve que hacerle algunos exámenes adicionales a los rutinarios para ver que estaba ocurriendo, pero él como consecuencia de perder todas las proteínas en la orina empezó a hincharse marcadamente.
Tuve que mandar a hospitalizar a R.V. quien, al no tener empleo, se encuentra afiliado a la salud a través del régimen subsidiado, su EPS tenía convenio con la Clínica Comfenalco-Unilibre(Antigua Rafael Uribe),  y allá se lo recomendé a un par de amigas que estaban en su último año de Medicina y lo atendieron desde que llegó a urgencias, pero un buen día los especialistas dijeron que necesitaba un tratamiento complejo y su asegurador tenía deudas millonarias con la clínica, en marzo a R.V. le dieron salida.

Él es un tipo jocoso y mamagallista, días después de salir del Hospital, llegó a mi consulta con una hinchazón tal que sus piernas escurrían agua, donde se sentó dejó un charco de todo el líquido que a través de la piel estaba perdiendo y me dijo si ya me va a atender venga pues me le empeloto para que vea como estoy de hinchado, no pude hacer más que sonreír y como parte de esas preguntas pendejas que hacemos los médicos le pregunte ¿Cómo está? Y él con todo el desparpajo que siempre ha tenido me contestó ¡Pues mal guevón! Y soltó la carcajada.
Tuve que llamar a uno de los buenos profesores que tuve en la Universidad, un especialista en esto de los riñones, quien al contarle el cuadro me pidió que lo mandara a hospitalizar en el HUV, eso hice con gusto, después de todo era mandarlo al lugar que durante años fue mi casa y mi lugar de prácticas.  R.V. se fue deshinchando en el Hospital con los medicamentos que empezaron a ponerle por sus venas, esperó varias semanas hasta que la EPS autorizó que le metieran una agujita para sacarle un pedazo de riñón y verlo al microscopio. En medicina somos ignorantes en muchas cosas, y esta era la única salida para saber porque los riñones de R.V. seguían empeñados en botar las proteínas.

Fue dado de alta del hospital con 5 Kgs de peso menos que cuando llegó, todo lo perdió deshinchándose. En Julio por fin le entregaron el resultado del estudio y empezamos a pedir la consulta con Nefrología. Usualmente el problema con las citas de especialista es de agenda, pero esta vez era que su EPS no la autorizaba. Mientras tanto hablé con mi antiguo profesor, y con una amiga que ahora se está formando en eso de ver adultos, y fuimos adelantando algunos exámenes. R.V. tenía cita programada para mañana, 3 meses después de que le sacaron un pedacito de riñón y ya sabíamos que es lo que está pasando y porque anda botando proteínas. Mañana R.V. no va a tener la cita, porque el HUV en medio de su crisis le adeuda más de 3 meses de salario a sus médicos especialistas, y sus nefrólogos después de tantos años de sacrificio decidieron decir que no dan más.
El HUV hoy no tiene nefrólogos para atender la consulta, la Corporación Comfenalco-UniLibre está liquidada y la hermana de R.V., que pareciera por él dispuesta a ir hasta el fin del mundo me llama esperanzada en que soy el único que puede ayudarle, tras 8 meses de andar volteando con esto de sanar sus riñones. Si tuviera la plata la donaba al Hospital, pero no la tengo y la verdad, este colapso de la Red Hospitalaria tiene tantos responsables sin rostro o que se hacen los locos, que al menos tenemos que ponerle cara a las víctimas.


La hermana de R.V. y yo haremos presión ante la EPS para que lo vean en otra parte. Pero ella y yo estamos preocupados, R.V. es solo uno de los cientos pacientes renales que sigue el Hospital y mientras tanto… los congresistas en campaña y el Ministro de Salud viendo fútbol. 

martes, 6 de octubre de 2015

El Médico

"Y aunque estudiaras medicina durante más de una vida, acudiría a ti gente cuyas enfermedades son misterios, porque la angustia que mencionas es parte integrante de la profesión de curar, y hay que aprender a vivir con ella". Benjamin Merlin - El Médico.

En medio de tantas y tan diversas controversias recientes que rodean a la salud en Colombia, me parece prudente en medio de todo, pedirle un favor a mis amigos cercanos y no tan cercanos y a aquellos que por pura casualidad se encuentren este texto, que se tomen el trabajo de leerlo y compartirlo, porque lo que pretendo hacer es la cosa más sencilla del mundo y es recordarles que significa ser Médico en Colombia.

Me parece un acto de justicia con los que pertenecemos a esta profesión, que antes de emitir cualquier juicio de valor, se pongan en nuestros zapatos, estoy seguro de que todos tienen algún amigo, conocido o familiar médico, así que por justicia con ellos recuerden que:

Estudiar medicina significa entrar a al programa de pregrado más largo que existe en el país, mientras la mayor parte de los títulos universitarios se obtienen tras cursar 8 a 10 semestres, los programas de medicina duran entre 12 y 13 semestres; un año a año y medio más que el promedio. La formación médica es exigente no sólo en la parte académica sino en tantos otros aspectos que culminar sin vocación no es fácil:

1. La selección y el esfuerzo económico: El acceso a educación superior en Colombia sigue siendo precario, en general, algunos tuvimos la fortuna de entrar a Universidades públicas y endeudarnos poco, otros tuvieron que pagar matriculas millonarias cada semestre, porque además en todas las Universidades, medicina es la carrera más costosa de todas, así que, es altamente probable que su amigo médico o los papás de su amigo estén endeudados para cuando reciban el diploma.

2. El tiempo: Las clases de salón en medicina funcionan únicamente los primeros semestres, luego empiezan las rotaciones clínicas, que son entrenamiento con pacientes en frente, y las enfermedades no tienen horario. Estoy seguro que todo aquel que entró a formación universitaria se trasnochó en su casa o en la de amigos estudiando, preparando trabajos y exposiciones o sacrificó alguna que otra fecha especial o dejó de lado el descanso de los domingo por estudiar, pero ¿Qué otra profesión además de la médica implica pasar jornadas nocturnas o dominicales en un Hospital? ¿Quién más bajo la condición de estudiante hace turnos de 12, 24 y hasta 36 horas continuas? En mi experiencia personal, durante mis últimos 3 años de pregrado pase en mi Hospital 3 días de la madre, madrugué un 24 de diciembre y pasé una noche de 31 de diciembre atendiendo heridos, no conté cuántas idas a cine, paseos, rumbas, besos, amigos, comidas y reuniones familiares me perdí porque “estaba en turno” y además tenía que llegar a estudiar, por no deprimirme.

¿Sabía usted por ejemplo que el último año de medicina tradicionalmente se llama Internado, porque los estudiantes se internan en el Hospital? Si usted estudió cualquier otra carrera, el Internado es el equivalente a la práctica solo que con unas 66 horas de trabajo asistencial a la semana (Si el Hospital donde está respeta las normas) más Parciales y exposiciones y sin ninguna clase de remuneración.

Ahora bien, cualquier profesional al graduarse busca trabajo, no siempre es fácil encontrar pero en general, es contrato por nomina, puede escoger si rechazar una propuesta laboral, decididamente puede decidir en qué ciudad radicarse y aunque los salarios son bajos rara vez es contratado de forma tercerizada.

Su amigo médico, en cambio, al salir tuvo que hacer el “Año de Servicio social obligatorio” – también llamado rural -  lo que implica que después de trabajar gratis y estudiar al mismo tiempo durante el Internado para aprender, tiene que presentarse a un sorteo para que la providencia decida a qué lugar del país le toca irse a trabajar, sin ningún poder de negociación sobre condiciones laborales porque si renuncia lo sancionan, con un salario inferior al de un médico que ya hizo “rural”, y muy posiblemente con subordinación, horario y relación laboral de hecho pero contratado por Orden de Prestación de Servicios (OPS), por lo cual trabajará un año sin primas, vacaciones, cotizando de su bolsillo, lejos de su casa y con una alta posibilidad de tener más de 200 horas efectivas de trabajo (sin pago de extras) y estar “disponible” o “al llamado” cuando no está trabajando.

Después de eso su amigo médico seguramente se quiere especializar porque ser médico, a secas, ya no es suficiente en un sistema donde las EPS no autorizan un ecocardiograma si no lo pidió el Internista, donde los paciente van a consulta no a relatar síntomas sino a pedir remisiones y donde todos los familiares y amigos preguntan ¿Y vos en que te querés especializar? Porque no señores, estudiar 6 o 7 años no es suficiente. Entonces su amigo va a tener que ponerse a estudiar para presentar exámenes para ser admitido a la especialización, cada inscripción a proceso de admisión le costará entre 200.000 y 700.000 pesos y en algunos casos, además de sacar un puntaje en el 10% superior (Compitiendo con hasta 300-400 personas por 1 a 10 cupos) tendrá que hacer una entrevista y tener una muy buena hoja de vida, manejar 2 idiomas y haber hecho investigación.
Si su amigo es afortunado y es admitido, estudiará 3-5 años según la especialidad de su gusto en unos  programas denominados Residencias, que al igual que el Internado, deben su nombre a la intensidad horaria, un residente casi, casi que verdaderamente reside en el Hospital.
En el mejor de los casos su amigo quiere ser, digamos, Internista y es admitido a una Universidad Pública, por lo cual estudiará sólo 3 años más, pagará entre 14-20 millones en ese periodo de tiempo, y trabajará gratis para la (s) clínica(s) con las cuales su Universidad tenga convenio, porque eso hace un residente trabaja  gratis bajo supervisión, al menos en Colombia, porque en otros países el Residente recibe un salario incluso a veces superior al del Médico especialista, para que pueda centrarse en aprender, el residente en Colombia tiene que aprender mientras busca sobrevivir.
Si su amigo es afortunado, al entrar, pero lo admiten en una universidad privada, pagará unos 14 millones de pesos por cada semestre, por lo cual la gracia de ser especialista le saldrá en el mejor de los casos en uno 70 millones de pesos.

Al finalizar la especialidad su amigo habrá estudiado entre 9 y 12 años y estará endeudado con sus papás, con el banco, con el icetex y hasta con los amigos que le subsidiaron una cerveza de vez en cuando. Y saldrá a atender bajo las reglas de este sistema, lo cual implica:

1. Muy probablemente lo contrarán por OPS o por “agremiación” “cooperativa” pero jamás por nómina, por lo cual no tendrá derecho a prestaciones ni protección laboral alguna.

2. Tendrá 20 minutos para escuchar al paciente, examinarlo, digitar la historia clínica, llenar las formulas, solicitar los exámenes, llenar los anexos o no POS sin son necesarios, explicar la conducta a seguir, sellar todos los papeles entregarlos y cruzar los dedos por no haberse olvidado de nada.

3. Si tiene 6 horas de consulta externa programada durante esas 6 horas verá en promedio 18 pacientes, un tinto o una parada al baño implicarán atrasarse en la consulta.

4. Tendrá una alta probabilidad de que se le atrasen en el pago, porque las EPS le adeudan billones de pesos a las clínicas y con lo primero que siempre se atrasan los hospitales es con el salario de sus empleados. O podrá ocurrir que le paguen cumplido pero a 90 días, como ocurre en prestigiosas clínicas de Cali.

5. Muy posiblemente trabaje en varias partes y ande corriendo de aquí para allá para justificar con su salario haberse gastado los anteriores 10 años de su vida estudiando, sostener un hogar y pagar los créditos pendientes.

Además, si su amigo es sub-especialista piense en todo el esfuerzo anterior pero con más años, por ejemplo si es Médico – Especialista en Medicina Interna – Cardiólogo, su amigo hizo 6 años de Medicina + 3 años de Medicina Interna + 2 años de cardiología es decir 11 años, con sus respectivas deudas.

Y eso no es todo, sin desmeritar el esfuerzo que hacen otros profesionales, si bien los médicos no solemos llevarnos trabajo a casa de forma literal, lo hacemos de forma emocional, si a usted lo estresa el informe que tiene que presentar, la mirada inquisidora de su jefe o el cliente que no paga pregúntese:

¿Cuántas veces ha estado todo un turno 12 horas continuas pegado de los signos vitales de un paciente, pendiente de los líquidos, de los exámenes, de los medicamentos porque al primer descuido se muere? ¿Cuántas veces un paciente le ha entrado en paro y usted ha tenido que darle compresiones torácicas y/o ponerle un tubo para que pueda respirar sabiendo que cualquier error puede ser mortal? ¿Cuántas veces ha visto un ser humano en frente suyo, sentado, indefenso y ha tenido la certeza de que se va a morir y no puede hacer nada para evitarlo? ¿Cuántas veces ha visto morir a alguien? ¿Cuántas veces ha visto llorar por dolor físico incontrolable? ¿Cuántas veces le ha dicho a una familia que pese a todos los esfuerzos posibles su pariente falleció? ¿Cuántas veces ha tenido que decirle a alguien que tiene cáncer? ¿Cuántas veces le ha tenido que decir a alguien que no va a poder volver a caminar? ¿Cuántas veces ha tenido que decirle a un paciente nervioso que esté tranquilo, cuando el nervioso es usted? ¿Cuántas veces le han llorado contándole los problemas? ¿Cuántas injusticias ha tenido que ver? ¿Cuántos en su cotidianidad le han dicho que no han hecho lo necesario por su salud porque si van por lo medicamentos en los del pasaje se le va lo de poder comer ese día? ¿Cuántas veces ha dicho "todo va a salir bien" sin saber si todo va a salir bien? ¿Cuántas veces ha visto llegar niñas en compañía de la policía a urgencia porque fueron víctimas de un abuso sexual? ¿Cuántas veces ha tenido que ver morir a un niño y luego ha tenido que intentar explicarle a los padres porqué?
A su amigo médico le puede tocar eso todo los días, de lunes a lunes, noche y día en turnos de 12 o 24 horas. Si su amigo médico trabaja en el Hospital Universitario del Valle lleva haciendo lo posible por sanar, rebuscándose como pagar las deudas y sonriendo ante los problemas ajenos sin que le hayan pagado un peso de su salario hace 3 meses. Si su amigo médico hace consulta externa en cualquier partes tiene 20 minutos y 10 de retraso es media consulta e implica toda la consulta atrasada de ahí en más.

Además, de tener vidas en las manos, su amigo médico de su bolsillo paga una Póliza de Responsabilidad Civil que exigen en todos los sitios de trabajo, para las clínicas curarse de perjuicios monetarios porque el Médico después de todo es humano y puede equivocarse, y además de la póliza es altamente probable que su amigo este pagando algún seguro adicional por cubrimiento de abogados, no porque crea que la va a embarrar, sino porque en estos tiempos además de cuidar al enfermo de la enfermedad, el médico tiene que cuidarse del enfermo y sobre todo del abogado ventajista.

Así que con cariño, le pido que por favor, la próxima vez que vaya a criticar un médico piense en todo lo que esta profesión implica, piense en que somos seres humanos, a quienes pareciera exigírsenos más de la cuenta, de quienes la sociedad espera sacrificios extras absurdos como no reírnos con nuestros compañeros trabajo, no comer ni ir al baño, ni nada distinto a atender pacientes en el horario laboral. No le diga a un médico que con el copago o con la cotizacón él come, porque muy probablemente el Hospital donde trabaja no le ha pagado, pero el no se lo va a decir, porque en esta profesión y en este sistema, los que estamos poniéndole la cara a la gente día sí y día también somos los médicos y al final del día los más pacientes de todos terminamos siendo nosotros.

Mañana me levantaré feliz de poder poner mis escasos conocimientos al servicio de mis pacientes, porque amo esta profesión, como el paciente que todos potencialmente podemos ser aprecie a su médico, nunca se sabe va y de pronto, pese a todo, y le salve la vida.

PD. Llegar 10 minutos antes de la hora de su cita no le cuesta nada, pero puede hacer sonreír a su médico y le garantiza ser atendido. En mi consulta el 90% de las veces que me atraso es porque algún paciente llegó tarde, el 10% restante es porque tengo un caso tan complejo que no escatimo el tiempo que sea necesario para resolver su situación.

martes, 14 de julio de 2015

Querido Hospital Universitario del Valle

Querido Hospital Universitario del Valle,
 
Van a ser diez meses ya desde la última vez, que vistiendo un uniforme, y armado de fonendo y cuadernos anduve de arriba a abajo recorriéndome los siete pisos de tu imponente estructura de concreto. Aún recuerdo las primeras veces que te recorría, intentando con el mayor disimulo posible, ocultar mi desorientación y muriéndome de la pena cuando un paciente me detenía a preguntarme por direcciones sobre cómo llegar a un servicio en particular y yo no sabía que contestar; hoy a pesar de que ha pasado un buen rato desde la última vez que nos vimos, podría guiar de memoria a cualquier desprevenido a cualquiera de los servicios. Para mi vos fuiste el lugar donde por primera vez y superando todos los temores me atreví a hablarle a un extraño para preguntarle por sus dolencias, por su vida y su quehacer, vos me enseñaste a interesarme por desconocidos y de ahí en más no he podido parar en esta pasión de conversar con pacientes cada día, sobre enfermedad, pero también sobre la vida misma y conocer sus vicisitudes.

En un sistema cada vez más viciado, vos me enseñaste que la atención médica se inicia con un saludo de lo más cordial y un mucho gusto en qué le puedo ayudar, pusiste, por la filosofía de tu existencia, en mi último renglón de prioridades saber cuál es el carné que tiene tal o cual paciente, me enseñaste que a la gente se le atiende por su condición de persona, se le atiende por el hecho de estar vivo, me enseñaste que la salud es para todos independiente de la raza, el sexo o la plata con la que se ande en el bolsillo, me enseñaste a tratar con equidad a cada quien, porque en medio de tus limitaciones le ofreces a todo el que cruce tu puerta lo mejor que tenés para dar.

Vos, vos me enseñaste a dormir en una rimax, me enseñaste a acomodar un colchoncito en el suelo y que se convirtiera en el mejor lugar de descanso, me enseñaste a cerrar un ojo y dejar el otro abierto por si algún paciente me necesitaba, me enseñaste la humildad, de que acá ni por ser médico ni nada no se hacen cosas, me enseñaste que las urgencias no dan espera y que si para salvar una vida he de ser yo el que empuja una camilla, el que patina los paraclínicos o que sale corriendo con una muestra, no pasa nada, que una vida es una vida y yo estoy para servir. Me enseñaste esa vocación de servicio, me enseñaste que por quien sea se hace lo que sea, me enseñaste a guerrearla en las malas, me enseñaste a trabajar con lo que haya y aun así sacar las cosas adelante, me enseñaste las imperfecciones del mundo, me mostraste la cara del dolor de la muerte, me enseñaste la violencia de nuestra gente, me dejaste ver la pobreza, la necesidad, la impotencia, y la frustración, pero también me mostraste lo que es la gratitud, me hiciste recibir bendiciones de desconocidos, me regalaste sonrisas y gracias, me obligaste a poner buena cara incluso en los peores momentos y me demostraste que siempre hay algo más que se puede hacer.

Me venís doliendo hace mucho tiempo, me tenés sufriendo desde que nos conocemos, por tus crisis, porque te has dedicado a dar, me diste a mi tantas cosas que le habías dado a tantas generaciones que me precedieron, porque el próximo año cumplís 60 de tener tus puertas abiertas para aliviar las dolencias del que cruce el umbral, 60 años de formar a algunos de los mejores profesionales en salud del País. Porque así como durante 3 años fuiste mi casa, en donde pase la mayor parte del tiempo, en donde lloré por mi primera vez cara a cara con la muerte, en donde reí y reí mucho por mis amigos y mis pacientes, porque con vos no se puede tener más que cariño y sentido de pertenencia, porque vos a haces que cada paciente en mi vida diaria no sea “el paciente” sino “Mi paciente”, vos me enseñaste eso, y llevas casi 60 años dedicado a dar y ahora, ahora en esta inmediatez de los irresponsables que nos gobiernan, quieren borrar de un tajo todo los que vos has hecho. Somos unos desmemoriados, perdonanos por ingratos.

¿Sabes? Yo te entiendo, entiendo que ahora estés en una crisis aun peor que otras, llevas años gritando por ayuda y aunque cada embate parece más fuerte, llevas resistiendo y manteniéndote en pie para luchar por lo que es tu misión cotidiana, atender sin mirar a quien, salvar vidas y formar, formar profesionales pero también formar personas. Pero parece que nadie escucha tus gritos, y cada vez me convenzo más de que hay quienes están interesados en acallarte, en dejarte sin voz, sin aliento y quieren obligarte a cerrar tus puertas, porque vos que tan poco te has interesado por ese cuento de la rentabilidad, ahora sos blanco de sabrá quienes que se han encargado de convertir esto del Derecho a vivir en el negocio de la enfermedad.

Ya no camino por tus pasillos, pero te pienso, te añoro, te extraño y no sabes las ganas que me dan de volver a andar por ahí, dejando que me enseñes, dejando que me mejores, dejando que sigas siendo esa influencia que ya fuiste en mi vida para convertirme en lo que soy hoy. Es que sos tan fácil de querer. Hoy te tengo que decir, que no te rindas, hoy te diré que le contaré esta historia a quien se me cruce en frente, hoy te diré que me dolés como si fueras parte de mi familia más cercana, debe ser porque lo sos.

Tengo que pedir el favor de la fortuna para que mi palabras, que te dedico a vos, a quien tanto le debo, lleguen a los oídos hasta ahora sordos de aquellos que mueven los hilos de poder, de aquellos que pueden salvarte, ojalá y me lea -que se yo- el ministro, el senador, el representante o el Presidente, ojalá y me lea alguien, ojalá y me lean todos los que como yo te quieren, te extrañan y te sufren, porque vos simplemente no podes cerrar, no te podes apagar y dejar que unos irresponsables, insensatos y cortos de vistas le arrebaten al País lo que vos significas. Vamos a dar la pelea, intentaré convencerlos a todos de que la demos, intentaré que después de que a tantos nos has dado, recibas el cariño de tan si quiera algunos de los que tanto te debemos.

Vos mientras tanto, vos entre tanto, mi querido HUV, seguí fuerte, seguí luchando, como has venido haciendo, y ojalá entre todos los que tanto te debemos, y a los que nos enseñaste a suturar, logremos encontrar la manera de pararte el sangrado, de estabilizarte, de irte quitando poco a poco medicamentos y dejarte nuevamente estable. No va a ser fácil, pero esperemos que se pueda, mirá que con cariño se puede, y yo sé que al menos eso, cariño, muchos podemos darte, yo te necesito para que sigas haciendo lo que haces, pero sobre todos los pacientes, las personas, los más desfavorecidos, te siguen necesitando para que los dejés atravesar tus puertas y contar sus dolencias por el solo hecho de existir, ser y estar aquí presentes y que vos, con ese ejército que tenés trabajando en tu interior, hagas lo que mejor sabes hacer : Sanar.

Con cariño, mi voz de aliento y un nudo en el pecho,

Diego Cruz,
Médico Egresado de la Universidad del Valle.

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