Querido Hospital Universitario
del Valle,
Van a ser diez meses ya desde la
última vez, que vistiendo un uniforme, y armado de fonendo y cuadernos anduve
de arriba a abajo recorriéndome los siete pisos de tu imponente estructura de
concreto. Aún recuerdo las primeras veces que te recorría, intentando con el
mayor disimulo posible, ocultar mi desorientación y muriéndome de la pena
cuando un paciente me detenía a preguntarme por direcciones sobre cómo llegar a
un servicio en particular y yo no sabía que contestar; hoy a pesar de que ha
pasado un buen rato desde la última vez que nos vimos, podría guiar de memoria
a cualquier desprevenido a cualquiera de los servicios. Para mi vos fuiste el
lugar donde por primera vez y superando todos los temores me atreví a hablarle
a un extraño para preguntarle por sus dolencias, por su vida y su quehacer, vos
me enseñaste a interesarme por desconocidos y de ahí en más no he podido parar
en esta pasión de conversar con pacientes cada día, sobre enfermedad, pero
también sobre la vida misma y conocer sus vicisitudes.
En un sistema cada vez más
viciado, vos me enseñaste que la atención médica se inicia con un saludo de lo
más cordial y un mucho gusto en qué le puedo ayudar, pusiste, por la filosofía
de tu existencia, en mi último renglón de prioridades saber cuál es el carné
que tiene tal o cual paciente, me enseñaste que a la gente se le atiende por su
condición de persona, se le atiende por el hecho de estar vivo, me enseñaste
que la salud es para todos independiente de la raza, el sexo o la plata con la
que se ande en el bolsillo, me enseñaste a tratar con equidad a cada quien,
porque en medio de tus limitaciones le ofreces a todo el que cruce tu puerta lo
mejor que tenés para dar.
Vos, vos me enseñaste a dormir en
una rimax, me enseñaste a acomodar un colchoncito en el suelo y que se
convirtiera en el mejor lugar de descanso, me enseñaste a cerrar un ojo y dejar
el otro abierto por si algún paciente me necesitaba, me enseñaste la humildad,
de que acá ni por ser médico ni nada no se hacen cosas, me enseñaste que las
urgencias no dan espera y que si para salvar una vida he de ser yo el que
empuja una camilla, el que patina los paraclínicos o que sale corriendo con una
muestra, no pasa nada, que una vida es una vida y yo estoy para servir. Me
enseñaste esa vocación de servicio, me enseñaste que por quien sea se hace lo
que sea, me enseñaste a guerrearla en las malas, me enseñaste a trabajar con lo
que haya y aun así sacar las cosas adelante, me enseñaste las imperfecciones
del mundo, me mostraste la cara del dolor de la muerte, me enseñaste la
violencia de nuestra gente, me dejaste ver la pobreza, la necesidad, la
impotencia, y la frustración, pero también me mostraste lo que es la gratitud,
me hiciste recibir bendiciones de desconocidos, me regalaste sonrisas y
gracias, me obligaste a poner buena cara incluso en los peores momentos y me
demostraste que siempre hay algo más que se puede hacer.
Me venís doliendo hace mucho
tiempo, me tenés sufriendo desde que nos conocemos, por tus crisis, porque te has dedicado a
dar, me diste a mi tantas cosas que le habías dado a tantas generaciones que me
precedieron, porque el próximo año cumplís 60 de tener tus puertas abiertas
para aliviar las dolencias del que cruce el umbral, 60 años de formar a algunos
de los mejores profesionales en salud del País. Porque así como durante 3 años
fuiste mi casa, en donde pase la mayor parte del tiempo, en donde lloré por mi primera vez cara a cara con la muerte, en donde reí y reí mucho por mis amigos
y mis pacientes, porque con vos no se puede tener más que cariño y sentido de
pertenencia, porque vos a haces que cada paciente en mi vida diaria no sea “el
paciente” sino “Mi paciente”, vos me enseñaste eso, y llevas casi 60 años
dedicado a dar y ahora, ahora en esta inmediatez de los irresponsables que nos
gobiernan, quieren borrar de un tajo todo los que vos has hecho. Somos unos
desmemoriados, perdonanos por ingratos.
¿Sabes? Yo te entiendo, entiendo
que ahora estés en una crisis aun peor que otras, llevas años gritando por
ayuda y aunque cada embate parece más fuerte, llevas resistiendo y manteniéndote
en pie para luchar por lo que es tu misión cotidiana, atender sin mirar a
quien, salvar vidas y formar, formar profesionales pero también formar
personas. Pero parece que nadie escucha tus gritos, y cada vez me convenzo más
de que hay quienes están interesados en acallarte, en dejarte sin voz, sin
aliento y quieren obligarte a cerrar tus puertas, porque vos que tan poco te
has interesado por ese cuento de la rentabilidad, ahora sos blanco de sabrá
quienes que se han encargado de convertir esto del Derecho a vivir en el
negocio de la enfermedad.
Ya no camino por tus pasillos,
pero te pienso, te añoro, te extraño y no sabes las ganas que me dan de volver
a andar por ahí, dejando que me enseñes, dejando que me mejores, dejando que
sigas siendo esa influencia que ya fuiste en mi vida para convertirme en lo que
soy hoy. Es que sos tan fácil de querer. Hoy te tengo que decir, que no te
rindas, hoy te diré que le contaré esta historia a quien se me cruce en frente,
hoy te diré que me dolés como si fueras parte de mi familia más cercana, debe
ser porque lo sos.
Tengo que pedir el favor de la
fortuna para que mi palabras, que te dedico a vos, a quien tanto le debo,
lleguen a los oídos hasta ahora sordos de aquellos que mueven los hilos de
poder, de aquellos que pueden salvarte, ojalá y me lea -que se yo- el ministro,
el senador, el representante o el Presidente, ojalá y me lea alguien, ojalá y
me lean todos los que como yo te quieren, te extrañan y te sufren, porque vos
simplemente no podes cerrar, no te podes apagar y dejar que unos
irresponsables, insensatos y cortos de vistas le arrebaten al País lo que vos
significas. Vamos a dar la pelea, intentaré convencerlos a todos de que la
demos, intentaré que después de que a tantos nos has dado, recibas el cariño de
tan si quiera algunos de los que tanto te debemos.
Vos mientras tanto, vos entre
tanto, mi querido HUV, seguí fuerte, seguí luchando, como has venido haciendo,
y ojalá entre todos los que tanto te debemos, y a los que nos enseñaste a
suturar, logremos encontrar la manera de pararte el sangrado, de estabilizarte,
de irte quitando poco a poco medicamentos y dejarte nuevamente estable. No va a
ser fácil, pero esperemos que se pueda, mirá que con cariño se puede, y yo sé
que al menos eso, cariño, muchos podemos darte, yo te necesito para que sigas
haciendo lo que haces, pero sobre todos los pacientes, las personas, los más
desfavorecidos, te siguen necesitando para que los dejés atravesar tus puertas
y contar sus dolencias por el solo hecho de existir, ser y estar aquí presentes
y que vos, con ese ejército que tenés trabajando en tu interior, hagas lo que
mejor sabes hacer : Sanar.
Con cariño, mi voz de aliento y
un nudo en el pecho,
Diego Cruz,
Médico Egresado de la Universidad
del Valle.
#YoSoyHUV #HUV+
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