martes, 1 de diciembre de 2015

Charlie y las oportunidades perdidas – A propósito del Día Mundial de Lucha contra el SIDA

“It’s a hard three letter to absorb” Charlie Sheen

¿Cuántas veces una celebridad o personaje público se ha visto presionado para develar al mundo que sufre de hipertensión o es diabético?

 El anuncio de Charlie Sheen acerca de su diagnóstico de VIH, ha sido una nueva oportunidad desaprovechada por los medios de comunicación para trascender; en la mayoría de los artículos que circulan en internet recuerdan con énfasis los excesos de Charlie, las orgías, las prostitutas, las actrices porno, los líos familiares, pero aparentemente a nadie le pareció inaceptable, nadie se indignó, porque el actor pagara durante años cifras exorbitantes por chantajes para que no se conociera su diagnóstico, de hecho, ahora han surgido voces que reclaman que debió hacer pública está información antes. Llevo varios días preguntándome ¿Por qué?

En mi cotidianidad semanal atiendo alrededor de 30 personas que viven con VIH, personas comunes y corrientes, de profesiones diversas y edades variadas; algunos están enfermos, otros – la mayoría – se encuentran perfectamente, con una vida en completa normalidad, pero el estigma continúa. Todavía hay encuestas que mencionan al 30% de los encuestados expresando que no les gustaría tener como vecino a una persona con VIH; por mí, que todos mi vecinos fueran positivos con tal de que me quitaran al bulloso que pone mala música en las madrugadas. Hemos perdido todos con el anuncio de Charlie, una nueva oportunidad para enfrentar el mito y aligerar la carga de los millones de personas a nivel mundial que conviven con el VIH, y mientras no nos decidamos a enfrentar al virus sin tapujos, con información veraz y entendamos que tener VIH puedo ser mucho más fácil de manejar que infinidad de enfermedades más frecuentes, el mal de la ignorancia seguirá siendo más dañino que el virus mismo.

Hemos perpetuado el estereotipo de que esta es una enfermedad de adictos, de homosexuales o de mujeriegos y gracias a esto, incluso en los países más desarrollados, donde se ha optado por ofrecerle una prueba para VIH a todo el mundo, la mitad de los diagnósticos se realizan en la fase más avanzada de la enfermedad y 1 de cada 8 personas con VIH desconocen su estatus. Hemos eliminado la percepción de riesgo, entre todos nos hemos encargado de difundir que para tener VIH hay que tener orgias a lo Charlie. La realidad es, muy diferente, si bien hay algunos factores de riesgo ampliamente reconocidos, si usted alguna vez en su vida ha sostenido aunque sea una relación sexual sin preservativo, está a riesgo y es mejor que se realice una prueba y se decida a usar siempre condón de aquí en más.

En estos tiempos, la batalla científica está casi ganada, las pruebas diagnósticas de primera línea tienen un periodo de ventana de 20 días, la supervivencia se acerca cada vez más a la de la población general, los tratamiento de regímenes de una sola tableta al día se i
mpondrán en unos años, las toxicidades son mínimas y las posibilidades de que una persona bien controlada y en tratamiento continuo y efectivo propague la enfermedad se acercan cada vez más a cero. En los años por venir la batalla tendrá que ser social, para que los gobiernos destinen los recursos necesarios para poner a todos en tratamiento, para evitar las barreras de acceso al diagnóstico y a los medicamentos, para que las universidades decidan incluir en sus pensum una catedra de la enfermedad, pero ante todo para eliminar el estigma y la discriminación, sólo así, entendiendo y difundiendo que tener VIH no debe tener implicaciones morales ni señalamientos por parte de la sociedad, lograremos controlar finalmente la epidemia y quizá un día reducir a cero la transmisión. Como médicos tenemos el deber de ser los primeros en eliminar la discriminación, en informarnos, en dar la mano y en no achacarle la culpa de todo al VIH o a su tratamiento, que a veces pareciera que un adulto de 50 años no pudiera sufrir de un dolor lumbar sin que a alguien se le ocurra echarle la culpa un virus que lleva años perfectamente controlado, como ciudadanos tenemos la obligación de ser cada vez más incluyentes y darle la espalda a los prejuicios para tenderle la mano a quien tenemos al lado.

90% de las personas que viven con VIH diagnosticadas, 90% de los diagnosticados en tratamiento, 90% de los que están en tratamiento indetectables. Son las metas de la Organización Mundial de la Salud, yo agregaría 100% de las personas que viven con VIH sintiéndose incluidas y 0% de historias de discriminación en mi consultorio.