lunes, 25 de abril de 2016

Los sueños irresponsables

Santiago de Cali, abril 24 de 2016
Señores,
Redacción de El País

Cordial Saludo,
Años tras año he crecido con la presencia constante de su diario en mi casa, inicialmente leía las tiras cómicas y el dibujo usual de Quino en la parte trasera de la gaceta dominical. Con el paso de los años, eventualmente, empecé a leer sus artículos periodísticos, se convirtió en una costumbre que conservo hasta hoy; consulto con frecuencia su portal online y mi familia mantiene una suscripción desde hace varios años para que cotidianamente llegue el periódico a nuestra casa, mi papá en particular, se lee todas las ediciones así sea con atraso.

A lo largo de los años me he encontrado con artículos valiosos en sus páginas, productos de trabajos más que interesante de investigación periodística que les ha bien merecido reconocimiento nacionales, de forma para nada infrecuente. Ocasionalmente, los he visto favorecer uno que otro candidato a la alcaldía en sus editoriales o portadas cuando nos encontramos en época electoral, en proporciones que llamaré mesurables y soportables, y entonces, no he tenido ninguna crítica airada que realizar.  

Sin embargo, un “artículo” publicado en su edición dominical de este 24 de abril me fuerza a escribirles esta comunicación de protesta e indignación, motivada por el texto Este es el HUV que todos queremos ver firmado anónimamente por La redacción del El País. “Artículo” que carece a todas luces, de la frase más importante que debiera llevar en congruencia con su contenido “Publicidad política”, tal vez el logo de la gobernación habría sido un buen decorado en el costado, para así advertir a los lectores desprevenidos, que desconocedores de la situación actual del HUV, habrán sido encantados, emocionados e ilusionados con el escrito;  al que sólo le faltó refundar a la institución enviando a Evaristo García al olvido y quizá sugiriéndonos para el 2026 una renovada institución conocida como Hospital Universitario del Valle – Gobernadora Actual, E.S.E.

Mi vehemencia podría resultarles inapropiada, si desconocieran que soy médico egresado de la Universidad del Valle, y actualmente adelanto mis estudios de especialización en la misma institución, institución que en temas de salud es prima-hermana de HUV desde su concepción, por estas razones los últimos 5 años de mi vida se han visto transversalmente permeados por la marca indeleble y la presencia constante del Hospital, donde actualmente ocupo el cargo de residente, cargo bien ganado en tanto: estudio, veo pacientes, discuto casos, como, formo amistades y duermo dentro del recinto hospitalario, con excesiva frecuente.

Para no ir muy lejos, este último sábado estuve 24 horas de turno, justo un día después de enterarme que un importante servicio pediátrico del Hospital podría cerrar, porque ya se ha colmado la paciencia ante la impotencia de que los pacientes se mueran por falta de insumos para recibir el tratamiento apropiado. Este no fue el primero y sospecho que no será el último de los turnos en los que el laboratorio me reporta los paraclínicos incompletos y que donde espero leer un resultado sale el texto de “No hay reactivo”.

La hiperbilirrubinemia, por poner un ejemplo, comúnmente conocida como amarillitis y también llamada ictericia, aparece en 2/3 de los recién nacido, y se divide en dos grandes tipos, la causada por bilirrubina indirecta y la causada por bilirrubina directa; llevo unos 4 turnos en recién nacidos suponiendo que la causa de la ictericia de mis pacientes es por bilirrubina indirecta, porque el laboratorio no está reportando el diferencial de bilirrubinas, sólo el valor total y, ya saben, porque “no hay reactivos”. En mi caso la epidemiología me ayuda porque la mayoría de los casos de hiperbilirrubinemia neonatal son por la bilirrubina indirecta, pero no quiero imaginarme las rascadas de cabeza de los compañeros internistas y cirujanos donde el origen de la enfermedad no es tan claro. En el caso de los neonatos, las bilirrubinas muy elevadas pueden dejar secuelas neurológicas irreversibles, en casos muy selectos se busca prevenir esto con gamaglobulina endovenosa, en casos no tan selectos no se ha podido porque “No hay”.

La meningitis, por poner otro ejemplo, es una infección que ataca el sistema nervioso central y que se diagnostica, entre otras cosas, por los resultados de una punción lumbar para obtener líquido cefalorraquídeo, básicamente se miran 3 cosas en el líquido, las células, la glucosa y las proteínas, y hace por lo menos 2 semanas mis diagnósticos se quedan cojos porque no hay reactivos para procesar proteínas en el mencionado líquido.   
Hay días en que me sorprendo porque no hay guantes crudos para que las enfermeras hagan su trabajo, y en la madrugada del domingo tuve que trabajar con guantes estériles apretados, una talla menos de la que me corresponde, porque sí, adivinaron, no había de mi talla.

Todos los días cientos de profesionales de la salud y otras áreas acudimos al HUV a cumplir con nuestras responsabilidades, más que laborales, con nuestros pacientes, los residentes vamos gratis porque forma parte de nuestro proceso de formación y sufrimos por no poder ofrecerle a nuestros pacientes todo los que quisiéramos por falta de insumos, por el famoso “no hay”; entre tanto, los médicos contratados sufren también por la falta de insumos, pero aún más porque siguen yendo a cumplir con sus responsabilidades y a ponerle la cara a la gente día sí y día también aunque no les paguen desde enero.

El presente del Hospital Universitario del Valle hoy es gris, y estoy escogiendo un color claro y optimista, el futuro, peor aún, es incierto y a mí, uno de sus dolientes, se me está acabando el optimismo y la esperanza, sospecho tristemente que no soy el único. Van 4 meses de un nuevo gobierno departamental, que ganó una campaña cabalgando sobre la bandera de defensa a la salud, de una candidata hoy venida a gobernadora y la llamada a presidir la junta directiva del HUV, y no pasa nada, no ha pasado nada y la situación cada vez más, empieza a ser crítica nuevamente.

A día de hoy podría calificar las políticas departamentales de mejoramiento y salvamento del HUV con una sola palabra: Invisibles. Entre tanto ustedes escriben de voz editorial un publirreportaje basado en “los datos de la Secretaría de Salud del Valle”, tal vez faltó aclarar que vienen del sueño trasnochado del jefe de prensa de la secretaría, porque hoy no hay datos reales que puedan sostener la fantasía que han pintado y publicado este domingo, y con la cual han construido un castillo en el aire carente de cimientos de realidad para proyectar al HUV en 1 década, cuando a la mayoría de los que vamos a diario, nos preocupa cómo estará el HUV en 1 mes, a mí cómo lo voy a encontrar en el próximo turno.
Su fantasía escrita ha sido la voz más cercana al gobierno departamental que hemos tenido los cotidianos del Hospital, desde que por un titular de prensa nos enteramos que entraríamos en Ley 550, propuesta aún sin fechas y sin metas.

De manera, que pueden seguir cerrando los ojos, dejándose hablar al oído y avergonzándose a sí mismos publicando escritos irresponsables, dignos de un publicista político, asiduo vendedor de ilusiones. O pueden ayudarnos a que parte de esa ilusión tenga alguna chance de convertirse en realidad, pueden aceptar su responsabilidad como el diario más importante del suroccidente colombiano y recordar el deber ser de un periodista, contando y publicando las verdades de hoy que son las que importan.

Por mi parte, además de invitar a la reflexión a su redacción, cordialmente los invito a mi próximo turno y tal vez entonces puedan hacer algo de periodismo, tal vez entonces podamos hablar de los problemas actuales del Hospital, y pensar en el presente del HUV 2016, antes de aventurarnos a hablar del 2026, deberíamos asegurarnos de que Evaristo sobreviva a su realidad actual.

Que con sueños editoriales no se curan pacientes, y en la situación actual pareciera que hay días en que me tocará usar de medicina un recorte del El País dominical y pedir que guarden sus dolencias 10 años, que entonces sí habrá como tratarlos porque hoy no hay.



Diego A. Cruz V.
Médico – Residente de Pediatría

Universidad del Valle